El cine es un medio que ha marcado tanto a nuestra sociedad que parece que siempre ha estado ahí, presente en nuestras vidas. Sin embargo, este arte tiene poco más de un siglo de vigencia, periodo a través del cual ha ido evolucionando de forma espectacular, gracias también al avance de las tecnologías. No hay una sola forma de entender el cine actual si no es a través de todo el bagaje de décadas anteriores. Y es que hoy en día la mayor parte de las producciones están dominadas por los efectos especiales, pero el guión, el ritmo, la interpretación, sigue siendo imprescindible para tener una buena película. Convertido en industria y por lo tanto, con la necesidad de sacar dinero de cada una de las producciones que se realizan, el cine se ha enfocado al gran público. Por fortuna, la llegada de Internet y las plataformas están permitiendo encontrar un nicho mucho más concreto para productos que difícilmente llegarían a la gran pantalla.
Y si el cine convencional ha sufrido una inmensa revolución a través de más de un siglo, el cine porno lo ha vivido en la mitad de tiempo. Hay ejemplos de películas eróticas ya en el siglo XIX, cuando el cinematógrafo comenzaba a ser popular, pero lo cierto es que este género solo despunta a partir de los años 60. Sin embargo, aquellas primeras semillas darían vida a lo que es la industria pornográfica actual, con un sentido similar: provocar el deseo en los espectadores. Mucho han cambiado los tiempos en este sentido, y ahora resulta cada vez más complicado sorprender a una audiencia que ya lo ha visto todo. Lo que hace un siglo era un escándalo hoy nos parece prácticamente ridículo. Y es que entender el contexto de una obra también es imprescindible para desentrañar todo su potencial. De hecho, si seguimos el rastro del porno a través de estas décadas nos daremos cuenta de que los tiempos también han cambiado a su alrededor. Nosotros vamos a ir hasta el mismo origen de este cine, cuando un simple tobillo podía resultar tremendamente erótico en la pantalla.
De besos y caricias ante la cámara
Cuando el cine comenzó a ser cine, a finales del siglo XIX, la mayoría de películas se reducían a unos pocos minutos de metraje, normalmente documental o actuado a la manera del teatro. La cámara se concebía como un dispositivo para captar una realidad y reproducirla posteriormente, pero no había todavía ese deseo de crear algo distinto.
En Inglaterra y Francia se comenzaron a grabar algunas escenas con mujeres en trajes de baño o semidesnudas, clips que apenas duraban unos segundos. Esta modo llevó a algunos cineastas a crear películas como La Coucher de la Mariée, en donde una actriz realizaba un striptease. También aparecían escenas relativamente eróticas en Lear, o en otras producciones del cineasta Pirou, en Francia. Sin embargo, algunos investigadores apuntan a un origen mucho más exótico: los burdeles de Buenos Aires, donde se grababa a las prostitutas para luego reproducir esas películas de forma clandestina.
Películas subidas de tono… para la época
En este último caso ya estaríamos hablando de cine pornográfico como tal, aunque sea a un nivel muy limitado. Las películas que se grababan ya contenían relaciones sexuales y cuerpos desnudos, pero era algo que todavía tardaría en llegar para el cine “convencional”. Las películas de principios del siglo XX eran subidas de tono para la época en cuanto aparecía una mujer ligera de ropa, cuando más semidesnuda.
Valiéndose de la emulación de obras clásicas de Grecia y Roma, algunos productores mostraban a personajes desnudos ante la cámara, aunque las intenciones no eran exactamente sexuales. Las connotaciones no pasaban de simples besos o caricias, aunque algunas películas ya empezaban a mostrar algo más de la cuenta, por lo que fueron censuradas. Y es que en la mayoría de países, la pornografía estaba prohibida, tanto en papel como en estos nuevos medios. Esto hacía que las primeras películaseróticas fueran clandestinas y muchas de ellas, de hecho, terminaran perdiéndose para siempre.
La primera escena explícita
Encontrar la primera película pornográfica “comercial” es una tarea ardua, porque son varias las producciones que aspiran a detentar dicho honor. El filme alemán Am Abend, rodado en 1910, es seguramente uno de los ejemplos más conocidos de esa primera hornada. Un vídeo que se puede encontrar hoy en día en Internet para comprobar lo osado de la propuesta. Y es que es una película pornográfica en toda regla, donde hay masturbación explícita por parte de una actriz, felaciones e incluso penetración ante la cámara, con todo lujo de detalles. Aquel filme supuso el pistoletazo de salida para una forma de hacer cine que sabía sacarle partido al morbo que los espectadores tenían por ver escenas de este tipo. Las producciones alemanas y francesas tomarían la delantera, aunque como decíamos arriba, en Argentina también se rodaron muchas películas subidas de tono.
Durante toda la primera mitad del siglo XX, el cine porno fue evolucionando conforme lo hacía también la propia tecnología. Los filmes eran cada vez más profesionales y estables, e incluso en algunos lugares había pequeñas industrias dedicadas al contenido erótico. Se comenzó a grabar en Super 8, abaratando costes, e incluso se realizaron algunas películas a color, sobre todo en Europa. Este tipo de filmes eran sobre todo softcore, es decir, no aparecían genitales de forma explícita, pero para la época ya era todo un logro ver desnudos. La aparición de las revistas para hombres, cada vez más explícitas, auspició también el lanzamiento del cine pornográfico, conforme las leyes se iban haciendo cada vez más laxas al respecto. Todo se impulsó definitivamente en los años 60, en el momento en el que por fin se pudo hacer del porno un negocio realmente lucrativo.
El nacimiento de la industria actual
La industria del porno tal y como la conocemos actualmente surge en los años 60 en Estados Unidos, un país que ya apostaba por el cine como industria. De hecho, son muchas las películas en los años 50 que ya apostaban por el erotismo y el softcore. Los americanos, a pesar de ser bastante conservadores, sabían que había un gran negocio entre manos con ese tipo de cine. Y es ahí donde comienzan a construir una industria en la que trabajan directores, guionistas, técnicos y actores en muchas películas al año. El éxito comercial de varias películas en los años 70, unido al lanzamiento del formato doméstico, propulsó al cine pornográfico a un nuevo nivel.
En Europa, en aquellas décadas, varios directores realizaron películas en las que aparecían escenas de sexo real, aunque su contenido no era completamente pornográfico. El cine europeo siempre ha sido mucho más difuso a la hora de separar el cine convencional del porno. Los años 70 supusieron la consolidación del porno como género importante, una vez rotos muchos tabúes sexuales en la época. La comercialización en videoclubs en los 80 llevó al género a un nuevo nivel, aunque también vendría esa época oscura hasta el cambio de milenio. Las cosas cambiaban muy rápido en la industria, y lo digital empezaba a imponerse. Por suerte, los productores supieron adaptarse a esa nueva situación, e incluso aprovecharon esa por entonces primitiva herramienta que era Internet para llegar más lejos. Hoy por hoy se produce y se consume más porno que nunca, para todos los gustos, de todos los tipos. Y es algo que nos hace pensar que este género ya nunca va a quedar en la clandestinidad, porque cada vez está más aceptado.